Título: La trampa de la muerte. (Deathtrap)
Director: Sidney Lumet
Año: 1982.
Intérpretes: Michale Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Henry Jones, Irene Worth, Joe Silver
Duración:
116 min.
Género:
IntrigaGuión: Jay Presson Allen. Novela de Ira Levin
Fotografía: Andrej Bartkowiak
Música: Johnny Mandel
La Trampa de la muerte
PURO TEATRO.
Sidney Bruhl, (encarnado por Michel Caine) es un
dramaturgo de éxito que vive con su millonaria y excéntrica esposa y sus
últimas obras no gustan al público. No es capaz de asumir el fracaso. Un día recibe
el guión de un ex alumno suyo de una obra realmente buena, la cual ni a registrado
ni nadie sabe que la ha escrito excepto Lumet. Se le presenta la situación que
eliminando al joven escritor Clifford
Anderson
(Christopher Reeve), él
se apoderaría de la obra y así recuperar el éxito y alimentar su ego. O esto es
lo que aparentemente ocurre ya que la verdadera intención del escritor es
terminar con su esposa y heredar su fortuna.
No es extraño que Sidney Lumet adapte una obra teatral al celuloide ya que
él mismo desde muy pequeño ha participado interpretando y dirigiendo obras
teatrales antes de dedicarse al cine. Ha llevado a la gran pantalla varios
relatos de suspense como puede ser en 1974, Asesinato
en el Oriente Express de Agatha Christie. En La trampa de la muerte ha mostrado aspectos del mundo teatral que
pueden ser desconocidos, como es el proceso de creación por ejemplo. En otra
ocasión lo hizo con el mundo televisivo en Network
(1976).
Ira Levin, autor de la historia en la que esta
película se basa es conocido porque en sus obras siempre está presente el
suspense, la investigación y la muerte, como puede ser Bésame antes de Morir o una de las más conocidas, La semilla del diablo (Rosemary´s baby).
“SE HA ESCRITO UN
CRIMEN”
La estructura de la película se divide en dos bloques/diégesis. Uno,
el más extenso, que se refiere a la historia del plagio del guión que a su vez
se divide en dos actos: el primero desde que empieza hasta que se descubre que
tanto alumno como profesor están aliados (además se sabrá que mantienen una
relación amorosa) y “asesinan” a la mujer; el segundo: desde que ésta muere
hasta la pelea entre Bruhl, Anderson y
la vidente. Y el otro
bloque/diégesis, de apenas unos minutos, que cierra la película, que es el
cambio del teatro a la realidad justo en el final del bloque anterior durante
la pelea, cuando vemos que todo lo que hemos estado presenciando era una obra
de teatro. Giros constantes en la trama que hace al espectador desconfiar de
todo pero que termina cayendo en la trampa. Cuando parece que todo ha tomado
una dirección y que nada podrá girar de rumbo, hay otro cambio.
CAINE, SIEMPRE ES UN DANDI
La interpretación no hay que pasarla por alto. Michael Caine está en
su línea de hombre maduro elegante, que incluso en los momentos de máxima tensión
mantiene su imagen de dandi y es capaz de pasar de la calma al enfado con mucha
facilidad. El papel de joven escritor interpretado por Reeve es lo esencial
para que el primer giro argumental sea efectivo y todo el mundo caiga en la
trampa al igual que la mujer de Bruhl, ya que en el imaginario de los
espectadores un papel encarnado por Reeve “es de bueno”. Esto ayuda a desconfiar
de todo lo que pase en adelante.
Los personajes femeninos dan el toque de humor justo para que
no se trate de un drama. Me refiero a los gritos y nerviosismo de la esposa,
llegando a ser odioso el servilismo hacia su marido. Y la forma de predecir de
la vidente que resulta ser finalmente la verdadera escritora en la diégesis
segunda, en la que se revela que todo era teatro.
CINE SOBRE LAS TABLAS
Centrándonos en los componentes fílmicos y la puesta en escena podríamos decir que
desde el principio la película no fluye como cualquier otra. Comienza con la
representación de una obra teatral (como terminará) pero esto el espectador no
lo sabe y confía en que el engaño del teatro ha terminado. En lo que sigue de
metraje es evidente que la puesta en escena está deliberadamente hecha para
parecerse a la teatral. Planos secuencias muy largos imitando lo que se vería
en una representación, sin cambios de planos bruscos en cuanto a la escala. Se
mueve entre los planos generales y medios. En ocasiones recurre al primer plano
pero la menor de las veces.
La mayoría de los espacios
son interiores, concretamente la mansión del protagonista. Apenas hay escenas
exteriores, una de ellas es cuando Sidney va a recoger a la estación a Anderson,
que si nos detenemos a pensarlo, no es que aporte gran cosa a la trama, aparte
de darle credibilidad al montaje entre ambos. La tormenta como agente externo
percibida mediante luces y ruido de truenos también nos hace rememorar los
efectos teatrales. Reminiscencia del “presagio de la tragedia” como en obras de
Don Álvaro o la fuerza del sino, El Caballero de Olmedo o incluso La Celestina. “Se manchará la alfombra”
y efectivamente se mancha. Además la presencia de las armas durante los títulos
de la presentación al comienzo de la película, advierten de la importancia que
tendrán en el desarrollo de la obra. Uso de las puertas y ventanas, muy
importante en el teatro que recuerda algo a las escenas delirantes y cómicas de
Chaplin.
La música del
principio no se sabe a qué género se refiere ya que es algo alegre pero se
aparecen en plano las armas provocando inquietud.
Es una película hecha básicamente
para entretener y poner en juego la intuición y audacia de los espectadores.
Con tintes de humor negro, donde los personajes se atreven a dar lecciones de
moral y que podríamos preguntarnos si en fin justifica o no los medios, cosa
que está claramente demostrada por parte de los personajes que sí. Lumet demuestra así, una vez, más la polivalencia y
capacidad de mímesis del cine muy presente durante la historia de su nacimiento.
Podríamos concluir con lo que Clifford Anderson afirma en una escena/”cuadro”
de la película (al menos en el doblaje en castellano) “Trampa de la muerte, has
hecho honor a tu nombre” y nosotros podríamos añadir que hemos caído en ella.